Domingo
4 de octubre de 2009
Del 68, la historia ha sido escrita y sobre todo reescrita. Numerosos comentaristas lo arreglaron a su conveniencia, sacando a la luz lo que salió bien y “olvidando” analizar los fracasos de algunas elecciones estratégicas, y sin embargo masivas, del 68 y sobre todo de después del 68 que, desde la “Izquierda proletaria” y el maoísmo hasta la entrada masiva de “revolucionarios” en la C.F.D.T. pasando por el confusionismo tipo P.S.U., contribuyeron ampliamente a destruir el movimiento social en los años 70. Para no caer en el mismo defecto, nos pareció más sano publicar esencialmente lo que se podría llamar “el documento bruto”, es decir, artículos de la época con solamente los comentarios necesarios para devolverlos a su contexto, a los que añadimos una corta reflexión a manera de conclusión. Los artículos se han tomado de “Le Combate Sindicaliste” y sus suplementos. Existen otras fuentes documentales, en particular el diario “Espoir”, que aparecía en la época en Toulouse, publicó en caliente una serie de análisis de militantes de la C.N.T.-A.I.T. Los interesados en hacer un verdadero trabajo de historiador podrán seguramente encontrar material bastante abundante y pertinente. Pero vayamos a nuestro objetivo...
Después de las turbulencias causadas por la guerra de Argelia, los años que precedieron mayo del 68 fueron muy tranquilos aparte de algunos conflictos localizados (como las huelgas de mineros en el 63). Las fuerzas políticas y sindicales estaban relativamente estables. El gaullismo parecía inquebrantable. Si el P.C. ya había comenzado su lenta erosión, controlaba completamente fuerzas numerosas, en particular la C.G.T. que seguía siendo poderosa en los años 60. La C.F.T.C., convertida desde hacía poco, en su mayoría, en C.F.D.T. tenía un discurso moderado. La C.N.T. tenía una existencia simbólica. La revolución estaba menos que nunca a la orden del día. En este contexto, el análisis de la situación que publica, bajo el título “Viva la Acción Directa”, el C.S. del 22 de febrero del 68 [1] es premonitorio y del todo remarcable. Las conclusiones describen con bastante precisión, anticipándolas, algunas de las características de mayo del 68.
“VIVA LA ACCIÓN DIRECTA”
Nantes, 20 de enero de 1968: “La instalación del nuevo consejo de administración de la Caja primaria de seguridad social dio lugar a una manifestación de las uniones locales de los sindicatos obreros. C.R.S. (antidisturbios) venían a prestar fuerte apoyo a los guardianes de la paz, se lanzaban diferentes proyectiles sobre las fuerzas de policía y se hacían las primeras advertencias”. Redon, 20 de enero de 1968: “Los obreros de la fábrica Jean GARNIER, fábrica de maquinaria agrícola, en número de alrededor de quinientos, pararon otra vez el jueves por la noche y recorrieron la ciudad. Lanzaron de nuevo algunas piedras y pernos contra las ventanas del apartamento particular del sub-prefecto y de la gendarmería”. Caen, 24 de enero de 1968: “El clima se endureció en Caen. Cerca del hospital, la policía quiso barrer de la carretera a los obreros que llegaban codo con codo. El choque fue violento con los manifestantes armados con trozos de madera... Otra escaramuza había tenido lugar por la mañana sobre la nacional 13 a la entrada de Caen, donde la guardia motorizada tuvieron que despejar la carretera bloqueada durante treinta minutos por los obreros en huelga de la Sonormel”.
Angers, 27 de enero de 1968: “Varios centenares de viticultores se manifestaron contra las condiciones de aplicación del TVA (IVA) a su profesión... Fue entonces cuando estallaron algunos incidentes, los manifestantes lanzaron petardos en el patio de la prefectura. A continuación un centenar de manifestantes, a pesar del orden de dispersión, se dirigieron hacia la estación e invadieron las vías. A las 18:30 se bloquearon así dos trenes”.
Caen, 27 de enero de 1968: “La manifestación organizada en Caen el viernes a medio día para apoyar las reivindicaciones de los obreros metalúrgicos en huelga se prolongó por la tarde con verdaderas escenas de motines. Hubo 18 heridos, 86 personas, jóvenes en su mayoría, fueron detenidos. Pero desde que el desfile se formó se advertía muy rápidamente que algunos manifestantes, especialmente los jóvenes, estaban muy acalorados. Estos manifestantes apenas disimulaban sus intenciones: tenían a la mano barras de hierro y los bolsillos cargados de proyectiles. Los antidisturbios aparecieron pronto lanzando granadas lacrimógenas. Caída la noche, durante tres horas se multiplicaron los altercados en el centro de la ciudad. Al mismo tiempo, escaparates, semáforos, paneles publicitarios eran destrozados, coches dañados. El B.N.R fue lapidado, un camión de neumáticos fue presa de las llamas.” (...) Caen: testimonio de “detenido”: “Se nos encierra a cuarenta y cinco en un “calabozo” de 3 metros de largo y 2,5 de ancho hasta las 4 ó 5 de la mañana. Asistimos a palizas un poco serias: golpes de culata en los riñones, en el cráneo y la cara, patadas en el vientre y los genitales. Un obrero portugués fue apaleado tres veces, fueron necesarios cubos de agua para restablecerlo.” Se podría proseguir esta enumeración, se podrían citar muchos otros ejemplos de acciones directas realizadas últimamente por los trabajadores de todos los sectores de actividad, pero parece mucho más útil analizar los hechos y sacar una serie de conclusiones:
1 - El empuje revolucionario va intensificándose: Los acontecimientos que se desarrollaron en Caen lo demuestran: los primeros choques violentos con las fuerzas del orden, lejos asustar a los trabajadores, les permiten tomar conciencia de su fuerza y aumentar su confianza en la fuerza colectiva que representan. Así las manifestaciones siguientes son no solamente más violentas aún sino mejor dirigidas, más eficaces. Cuando las organizaciones sindicales reformistas organizan manifestaciones monstruo pero pacíficas, los trabajadores no sacan ninguna experiencia válida, precisamente porque estas manifestaciones no son más que “demostraciones” y no permiten de ninguna manera a los trabajadores medir su potencia de acción directa. Ahora bien, no lo olvidemos, la victoria de las reivindicaciones obreras está condicionada por la relación de fuerzas existentes en la sociedad capitalista y es fundamental que los obreros puedan tener la ocasión de medir estas relaciones de fuerza para tomar conciencia de que en definitiva son ellos quienes pueden ser los más fuertes. 2 - La acción directa desborda a los dirigentes sindicales reformistas: Son muy a menudo los movimientos de última hora, cuando se terminan “oficialmente” las manifestaciones, cuando los dirigentes reformistas dan la orden de dispersarse, los más violentos y los que toman un carácter claramente revolucionario. La explicación es simple: las reuniones, desfiles, etc. organizados por los sindicatos “oficiales” dejan a los trabajadores en las mismas condiciones de miseria. (...)
3 - La acción directa es a menudo llevada a cabo por jóvenes militantes: Nosotros tenemos la señal de que el sindicalismo reformista, de diálogo y de colaboración de clase, si puede satisfacer aún a los viejos militantes tradicionalistas no corresponde en absoluto a las aspiraciones y a las exigencias del “ascenso” de los jóvenes. La renovación de la masa de los sindicados por la llegada de los jóvenes al mercado laboral en un momento especialmente difícil (desempleo, etc.), parece deber hacer estallar el sindicalismo reformista y colocar a los sindicatos tradicionales en su verdadero lugar, detrás del empuje revolucionario de los trabajadores. 4 -Los militantes de provincia, menos sumisos a la burocracia, aventajan a las direcciones reformistas parisinas: Es un hecho que la mayoría de los movimientos reivindicativos potentes que llevaban a la práctica la acción directa de los trabajadores contra el capital y la patronal se desarrollaron en provincias (Rhodiaceta en Lyon, el SAVIEM en Caen, etc.). Es cierto que la disparidad de los salarios entre la región parisina y las provincias exaspera a los trabajadores de las provincias. Pero se puede también contemplar el hecho de que en París los movimientos reivindicativos son estrechamente canalizados por las direcciones sindicales reformistas y que esta influencia se difumina en las ciudades de provincias. París debe lanzarse también a la acción directa ya que es en París, donde se encuentran concentradas las autoridades públicas y las direcciones patronales, donde la acción tendrá más resplandor y será más eficaz. 5 - La acción directa no se opone solamente a la patronal sino a todo lo que representa el capital y el Estado: En Caen, los obreros atacaron el B.N.P., símbolo del poder del dinero, de la soberanía del capital sobre los trabajadores. Golpearon también la Cámara de Comercio. “Le Monde” del 7-2-68 escribe: “He aquí las bases mismas de la sociedad puestas en entredicho”. Y es verdad que la satisfacción de las reivindicaciones obreras y la emancipación de los trabajadores no pueden, en definitiva, concebirse sino a través de una reorganización de la sociedad, una refundición de las estructuras sobre el principio de la igualdad económica y social. (...)»
Algunas semanas más tarde (14 de marzo del 68), con un análisis menos avanzado, el C.S. vuelve de nuevo sobre la cuestión y afirma, bajo el título “EL VOLCÁN RUGE” que la situación es similar a la de 1936, lo que anticipa las cosas igualmente.
«EL VOLCÁN RUGE
Algunos camaradas nos han escrito para pedirnos que hagamos una declaración pública que situando la posición de nuestra Confederación ante las dificultades siempre crecientes del del trabajo. Nos es fácil responder que nuestra posición sigue siendo la misma de siempre: que somos más que nunca fieles partidarios del sindicalismo auténtico de nuestros antecedentes (Bakunin, Varlin, Pelloutier y tantos otros); que el federalismo es para nosotros la forma de organización social más perfecta. Y partiendo de estas afirmaciones, nuestra posición ante los problemas angustiosos que estrechan a la humanidad no se presta a ningún equívoco.
Tanto a nivel nacional como internacional la C.N.T se declara contra todas las guerras, todas las dictaduras, todas las especulaciones, los privilegios, las jerarquías; condena toda forma de racismo, de espíritu religioso y dogmático, toda creencia ciega e irracional. (...) Es necesario ser ciego o con mala fe para no ver que el volcán ruge, el malestar se extiende a todas las clases trabajadoras y a todos los países, los propios capitalistas sienten una especie de inquietud pensando en lo que pasará mañana y los diarios económicos hablan “de la fiebre del oro”. Los periódicos están llenos de distintos hechos que señalan sobre todo el drama social. (...)
No se trata de lamentar las insuficiencias de tal o cual gobierno, de tal o cual ley, de tal o cual plan; lo que hace falta es la cohesión, la reagrupación de todos los trabajadores para denunciar, ciertamente, las iniciativas criminales de nuestros explotadores, pero sobre todo para contradecirlos, para destruirlos y crear un ambiente más respirable, más fraternal y más humano. Será entonces una verdadera lucha social... Una revolución. Pero escuchemos lo que decía DELMAS, una sindicalista de 1936: “Los que querrían hoy descartar la revolución económica, indispensable e inevitable, para volver a llevar al sindicalismo obrero a emitir reivindicaciones limitadas, no se dan cuenta de la situación general”.
Estamos en una situación similar a la de 1936, al menos por lo que se refiere al marasmo económico; en el ámbito de la política, siempre sujeto al capitalismo internacional, Hitler y Mussolini han desaparecido pero sigue habiendo aún suficientes Francos y Boumédiennes para controlar los pueblos y ensangrentar a la humanidad. “Cuando uno tiene cuidado de comprender exactamente el tamaño de la tarea considerable a la cual se debe afanar sin tregua, entonces los pasos adelante, las victorias transitorias, son un consuelo para los trabajos más decisivos” decía Griffuelhes.»
Los acontecimientos que algunos militantes de la C.N.T. presienten exigen un esfuerzo de organización. El 23 de marzo del 68, los jóvenes de París [2] publican en el C.S. una llamada a los anarquistas y a los sindicalistas revolucionarios para que pongan los medios de responder a las necesidades que no van a tardar en aparecer, incorporándose a la C.N.T. [3]
«Los hechos ponen de manifiesto que anarquismo y sindicalismo revolucionario se suplementaron perfectamente para dar nacimiento a un arma y a una doctrina específicos: el anarco-sindicalismo (...) es en el interior de las masas explotadas, porque él mismo es un explotado, donde el anarquista debe llevar su combate, donde debe actuar, educar, organizar. Es con las masas explotadas con quien los anarquistas harán la revolución o bien la revolución anarquista no tendrá lugar. Esta lucha llevada en el interior de las masas con los trabajadores, el anarco-sindicalismo es la vía al mismo tiempo que puede pasar a ser, como lo mostró la experiencia de nuestros camaradas españoles, un potente medio de organización y de educación. En la actualidad, el sindicalismo oficial está a un paso convertirse en un sindicalismo de Estado, integrado en el aparato de coerción burgués, un medio para los capitalistas de llevar sujetos a los trabajadores y de canalizar sus esfuerzos de emancipación. El sindicalismo reformista se integra tan bien a las estructuras capitalistas que está a punto de convertirse en uno de los Pilares de la sociedad burguesa. Que, durante las huelgas salvajes, los burócratas del sindicalismo reformista se enfrenten con los trabajadores revolucionarios ilustra perfectamente el papel contra-revolucionario que se preparan a desempeñar los sindicatos llamados “representativos”. Pero la desconfianza creciente de los trabajadores respecto a los burócratas reformistas, partidarios de la jerarquía de los salarios hoy y quizás esquiroles mañana, pone de manifiesto también que en el movimiento obrero una tendencia sindicalista se afianza. Es para afirmar y desarrollar esta tendencia por lo que deben luchar hoy los anarquistas, porque es el único medio para ellos de actuar en y con las masas, de propagar y consolidar en contacto con la realidad la doctrina anarquista. Pero emprender esta tarea, como algunos quisieron hacerlo en el seno de las organizaciones sindicales reformistas, es un señuelo. Esto es, o bien hacerse excluir a corto plazo, o bien dejar de ser revolucionario. En 1906, el sindicalismo oficial estaba aún en plena gestación, hoy está completamente podrido. A lo que os invitamos es a venir a construir con nosotros, sindicalistas revolucionarios de la C.N.T., una verdadera central sindical trabajadora y a anarcosindicalista. (...)»
Reflejo heredado del pasado, en los artículos anteriores, la atención de C.N.T. se centra en „los trabajadores“. Es necesario decir que los jóvenes poseían su propia estructura: las Juventudes Sindicalistas Revolucionarias - C.N.T.
Desde enero de 1968, las JSR publicaban un número especial del C.S., específicamente consagrado a los “Jóvenes cara a la sociedad neocapitalista”. La editorial plantea claramente el problema:
«El futuro de la sociedad en la cual vivimos depende, en gran medida, de las opciones que serán las de la juventud ante los problemas que ella tiene y sabrá solucionar. Y estos problemas son numerosos porque la sociedad capitalista es una sociedad de COMPETENCIA furiosa, es decir, una sociedad antisocial que recurre al individualismo egoísta, al arribismo, antes que a la ayuda mutua y la fuerza COLECTIVA de los hombres que, teóricamente, es los fundamentos de toda sociedad. El número de jóvenes aumenta regularmente, el desempleo aumenta también regularmente: he aquí una de las contradicciones fundamentales de la sociedad capitalista. El desarrollo de la automatización debería no sólo suponer la reducción de los horarios de trabajo sino también el aumento de la duración de los estudios y sobre todo del número de los estudiantes: la liberación de las obligaciones del trabajo material permite entrever perspectivas para el desarrollo intelectual y cultural de todos.
Pero, para el capitalismo, una sola cosa es importante: realizar beneficios. Por ello, desde el punto de vista burgués, el problema de la juventud es más o menos el siguiente: ¿cómo insertar en el ciclo económico capitalista esta masa de jóvenes de tal manera que se consiga el máximo de beneficios? La orientación actual de la enseñanza responde en parte a esta preocupación. Con todo, es otra cosa lo que los jóvenes quieren: ellos “se mueven”, de una manera o de otra, fermentan, burbujean, estallan a veces. Pero, en su búsqueda de “otra cosa” a menudo ciega, ellos son en su mayoría los más vulnerables a todas las formas de acoso intelectual, de “lavado de cerebro”, que utiliza la sociedad de consumo capitalista (radio, televisión, modas diversas, publicidad, prensa, etc.).
Es modelando a los jóvenes, solicitándolos de todas partes, triturando su personalidad naciente como el régimen capitalista los hace adultos alienados, trabajadores resignados, esclavos modernos.
Es a través de la REVUELTA CONSCIENTE Y ORGANIZADA que los jóvenes podrán realizar mañana el socialismo auténtico.»
Las J.S.R. elaboran a continuación un análisis del mundo estudiantil en el cual se colocan voluntariamente fuera de un determinado medio estudiantil. Lo que cuenta para ellos, es ante todo la posición de clase. Por lo tanto, no es asombroso que -vista la composición mayoritariamente burguesa de los estudiantes en mayo del 68- no sientan más que desprecio por el hedonismo y el folclore del medio izquierdista estudiantil. Sólo ven “niños de papá” que pasan allí su crisis de adolescencia. Si estos análisis a posteriori se revelaron justos en parte (uno puede pensar en las posiciones que ocupan hoy los Serge July, Alain Geismar y otros Cohn Bendit...), su tono grave y serio (por no decir sentencioso) les impidió ciertamente percibir lo que había de innovador en el movimiento que se anunciaba.
«ESTUDIANTES
Nuestro objetivo no es aquí trazar una vez más el cuadro de la realidad universitaria en su aspecto material: aglomeraciones y desorganización durante las inscripciones, insuficiencia de locales y, sobre todo, de profesores, etc. Todo el mundo lo ha dicho y redicho, y la U.N.E.F. [4] no pierde ocasión de repetirlo: intervenciones en los Trabajos Prácticos y en los cursos, coloquios, etc. Se distribuyen numerosas octavillas, firmadas por la U.N.E.F., pero igualmente todas las organizaciones “de izquierdas” encuentran audiencia en los estudiantes, unas diciéndose aún revolucionarias, otras ni se toman ya siquiera esta molestia. [5]
Las cifras se añaden a las cifras para constatar las carencias del “poder gaullista” y las reivindicaciones giran sobre todo en torno a dos cuestiones:
la selección de entrada en la universidad,
el control de asistencia a los trabajos prácticos.
Es en estos dos problemas donde se cristaliza la contradicción inherente a todo “sindicato de estudiantes” en el marco del sistema actual.
En efecto, ¿quiénes son los estudiantes? Todos sabemos que los hijos de los obreros y de los empleados acceden en una cantidad insignificante a los estudios superiores. Por otra parte, el problema estudiantil no se resuelve en las cuestiones específicamente estudiantiles: el estudiante es un ADULTO y debe ser considerado como tal: debe poder, si quiere seguir siendo un ser completo, llevar una vida social normal, fundar una familia, vivir y no “subsistir” como un “asceta” en la más completa indigencia moral y material, solamente con el fin de llegar al final de sus estudios transformados así en verdadero sacerdocio y no teniendo ya ninguna relación con la realidad.
Dicho esto, todo indica que actualmente los únicos individuos que pueden proseguir en condiciones válidas sus estudios son los representantes -jóvenes, por supuesto, pero representantes a pesar de todo- de una única clase: la BURGUESÍA. De cualquier forma, está bien claro que en una sociedad de clases, es decir, en una sociedad donde la gestión económica y social es monopolizada por una clase dada y en la cual el producto del trabajo es igualmente monopolizado, la formación que permite acceder a los puestos de dirección no puede ser tampoco más que una formación de CLASE.
Pero, diréis vosotros, hay a pesar de todo en la universidad algunos hijos de obreros y empleados así como cierto número de estudiantes asalariados, y es por ellos por quien debemos evitar la selección y el control de asistencia. Por supuesto, existen. Pero, ¿quiénes son? Una minoría de individuos que se pelean, que pretenden, en última instancia, “colarse”, subir en un vagón señalado como “reservado”, escalar en la pirámide social, pasar de una clase a otra y, a menudo, rechazar sus orígenes proletarios y abandonar la lucha de su propia clase de origen. ¿Cuáles son pues las reivindicaciones de los sindicatos de estudiantes? No a los exámenes, no a la selectividad. ¿Y entonces? ¿Piensan que no asistir a los Trabajos Prácticos (mientras que, por otra parte, ellos los reclaman a voz en grito) puede constituir una ventaja para un estudiante que trabaja en el exterior, mientras que al contrario se trata aquí del único contacto que puede tener con la facultad? ¿Piensan que esta “libertad” que se les concedería podría serles ventajosa? Todo estudiante serio no puede verlo sino como pura demagogia. En cuanto a la selectividad, hace también derramar mucha tinta y todos los sindicatos se ponen de acuerdo para denunciarla como una medida “antidemocrática” (habría por otra parte que ponerse de acuerdo para definir la democracia, pero este no es aquí nuestro propósito). Su argumento favorito: “No podemos aceptar una selección que sería, en el contexto actual, una eliminación, al final de la secundaria, de los individuos desfavorecidos por su herencia cultural, por lo tanto representantes de las capas sociales desfavorecidas.”
En primer lugar, si es cierto que el concepto “de herencia cultural” es una realidad, se puede pensar que no juega ya un papel tan importante en el nivel de segundo de bachillerato y que cede el lugar a problemas mucho más materiales. En gran parte, la selección en forma de examen (inteligentemente concebido por supuesto) sólo afectaría realmente a los menos dotados. Y uno no puede impedir pensar que afectaría precisamente a un cierto número de estudiantes caprichosos, que hacen algunos estudios a la espera, para las chicas, de un matrimonio “feliz” y, para los muchachos, de heredar la fábrica de papá o también, para los dos, de entrar “por enchufe” en tal o cual profesión bien remunerada. En este sentido, ni la selectividad ni el control de asistencia parecen “antidemocráticos”.
En cualquier caso, todo esto no excluye que los problemas existan, pero MÁS GRAVES Y MÁS PROFUNDOS que los que agitan todos los sindicatos “representativos”. No se trata en efecto de “adaptar” la universidad burguesa, con ayuda de algunas medidas más o menos demagógicas, para permitir más mal que bien a algunos estudiantes pobres llegar hasta el final de sus estudios. Se trata de permitir REALMENTE a TODOS, es decir, a todos los que tienen realmente el deseo y las capacidades, tener la posibilidad de hacer sus estudios en las mejores condiciones posibles. Y es aquí donde el problema estudiantil se incorpora al problema social en general, el problema de la TRANSFORMACIÓN REVOLUCIONARIA DE LA SOCIEDAD BURGUESA.
Querer “arreglar” la universidad burguesa actual, es querer “arreglar” la sociedad burguesa misma, “arreglar” el Capitalismo: éste no es y no puede ser nuestro papel.»
Este folleto, publicado en enero de 1968, se termina con esta declaración, verdadero anuncio premonitorio de los acontecimientos de Mayo: «...la juventud estallará como la caldera de una máquina de vapor, la juventud no tiene salida en Francia, ella amasa una avalancha de capacidades desconocidas, de ambiciones legítimas e inquietas. ¿Cuál será el ruido que sacudirá estas masas? No lo sé, pero se precipitarán en el estado actual y 1o reinvertirán.»
En cuanto los estudiantes comienzan a moverse, la C.N.T. como tal se hace eco. Así pues, en el C.S. del 16 de mayo:
«A LOS ESTUDIANTES REVOLUCIONARIOS
Saludamos vuestra lucha contra la esclerosis y la rutina burguesa de las universidades.
Comprendemos vuestra angustia en lo que concierne a vuestro futuro y compartimos vuestra cólera contra una sociedad incapaz de cubrir las necesidades más legítimas de los seres humanos, mientras esperamos la era de la abundancia. Este descontento profundo y plenamente justificado que manifestáis, con tanto valor a pesar de la represión policial, aún no ha encontrado quizá el eco que merecía entre los trabajadores y aún así... Ya se trate de los trabajadores de la tierra, mineros, metalúrgicos y gente de la mar, hay en todos un sentimiento de oposición a todas las contradicciones y las insuficiencias del régimen de explotación y beneficio que nos rigen, pero falta la preocupación indispensable de una acción coordinada, de una lucha común. (...) Ante la represión del Estado, a la demagogia de los partidos políticos y a falta de organismos oficiales para solucionar los problemas penosos que se presentan a la juventud, todos los trabajadores deben asociarse a la acción de las juventudes estudiantiles. Basta de reformas, queremos una verdadera revolución social.»
En el número siguiente, (23 de mayo del 68), el C.S., que se titula “el futuro es de los jóvenes” informa de las violencias policiales, publica un folleto del Movimiento del 22 de marzo y analiza el desempleo generado por la tecnología. [6]
Rápidamente, el movimiento de los estudiantes se extendía como el aceite. Hubo pronto 9 ó 10 millones de asalariados huelguistas, fábricas ocupadas, manifestaciones por todas partes. En esta mezcla heteróclita, se hablaba de autogestión, revolución, liberación personal [7] y colectiva. El general De Gaulle huía del Elíseo para ir a asegurarse del apoyo de las tropas estacionadas en Alemania. Un momento, el Estado vaciló. Pero los sindicatos representativos (C.G.T., C.F.D.T., FO.) atenuaban las tensiones gracias a la apertura del diálogo social, de las negociaciones. La C.N.T. denunciaba estas posiciones publicando en el C.S. con fecha del 6 de junio el panfleto siguiente, difundido en la región parisina.
«DEL DIÁLOGO A LA AUTOGESTIÓN
Ni las potentes manifestaciones de los estudiantes, ni los millones de trabajadores en huelga, ni los imperativos que han provocado la psicosis revolucionaria actual, nada ha aclarado a los dirigentes de las centrales “representativas” sobre las verdaderas aspiraciones del pueblo.
Siguen dialogando sobre aumentos de salario variable según las empresas y con respeto de la sacro-santa jerarquía. En cuanto a la disminución de la duración del trabajo, todo lo que han “arrancado” resulta netamente insuficiente.
Cómo se puede admitir un diálogo fuera de la garantía absoluta del empleo, por la reducción permanente del tiempo de trabajo en función del progreso técnico que debe permitir la subida del poder adquisitivo, comenzando por las clases más desfavorecidas.
Es pues fuera de estos “cargos electos” sindicales (no pueden hablar sino en nombre de un 14% de la población activa) que los trabajadores deben continuar con los estudiantes el combate contra las estructuras escleróticas de la sociedad capitalista.
Sud-Aviation de Nantes da el ejemplo a seguir preconizando la reanudación del trabajo sobre la base de la gestión obrera.
La Confederación Nacional del Trabajo expresa tu satisfacción por esta feliz iniciativa que lleva a la práctica lo que algunos rechazaron como “fórmulas vacías”. [8]»
En el número fechado el 20 de junio, la C.N.T. responde “No a las urnas” a las elecciones legislativas anticipadas, hace un nuevo llamamiento, “Organicemos la autogestión”, mientras que un artículo analiza la huelga general:
«En primer lugar, en el levantamiento de los estudiantes vemos una aplicación especialmente espectacular de la acción directa. La acción directa ha dado a conocer al país entero, desde hace tiempo hastiado por los habituales métodos de debate o de negociaciones, que existen otras formas de acción y pueden ponerse en práctica. Los estudiantes-enseñantes han dado aquí una lección a los obreros, prisioneros de sus organizaciones reformistas.
En segundo lugar se ha hablado, aquí y allí, de participación en la gestión de las empresas... Esta participación en la gestión o cogestión, si se hiciera, sería un primer paso hacia el verdadero objetivo que debería ser el de los sindicatos de toda obediencia, me refiero a la gestión obrera. Ésta, de la cual la iniciativa es pura y enteramente de origen libertario, ha sido ya discutida en dos ocasiones en Francia, en el 36 y en los primeros movimientos de huelgas que tuvieron lugar inmediatamente después de la liberación...
En tercer lugar, finalmente, la idea de la organización por la base.»
El movimiento daba a partir de junio señales de agotamiento. En el número del 27 de junio, la C.N.T. critica el comportamiento de sepultureros de la revolución del partido comunista.
«LOS IZQUIERDISTAS
Esta palabra no quiere decir nada, no tiene significado, no tiene más sentido que las palabras: izquierda, derecha o centro. Ahora bien el P.C. y la C.G.T. lo utilizaron como una clase de espantapájaros de gorriones, de hombre-lobo para los miembros poco evolucionados. Pensaron, después de otros, que cuanto más incomprensible es una palabra más efecto hará en los espíritus retrasados. El problema es que los espíritus retrasados están en disminución en este tiempo y esto explica el mal humor del P.C. inmediatamente después de la primera vuelta de las elecciones legislativas. (...)
Durante todos los acontecimientos de mayo-junio, el P.C. y su apéndice la C.G.T. no hicieron más que frenar, cuando no la han combatido, toda acción popular que no estaba bajo su patrocinio. Además, no dejaron de atacar a las distintas formaciones que tomaban una posición delantera; sus amigos de la C.F.D.T. y Del P.S.U. saben algo. Bastaba con hablar de autogestión para ser calificado de provocador y los que desfilaban detrás la bandera negra de la anarquía no eran más que aventureros que volvían la espalda a la democracia y al socialismo. (...)
Los que asistían a la manifestación del 13 de mayo en París [9] deben reirse de estas elucubraciones: sobre todo cuando se sabe que las banderas negras y rojinegras, la pancarta de la C.N.T- A.I.T. en cabeza, estaban delante de la C.G.T. a pesar de los servicios de orden de esta última, que había querido imponer sus directivas. Hasta habríamos podido retomar las palabras de Cohn-Bendit, que decía la noche del 13 de mayo a la Mutualidad: “estaba en cabeza de una manifestación en la cual los canallas estalinistas estaban a la cola”.»
Las elecciones y las vacaciones [10] anunciaron la muerte del movimiento. Al regreso, las “masas” estaban en el trabajo o en la escuela. Sin embargo, aunque solamente una minoría proseguía su acción, las ideas de mayo iban a entrañar verdaderas convulsiones en la vida cotidiana.
Durante varios meses, toda la prensa publicó comentarios, análisis, lecciones de mayo del 68. Entre las publicadas en caliente, uno puede leer en el número del 22 de agosto, un balance bajo el título “la etapa 68”.
«LA ETAPA 68
La revolución no puede basarse en la utopía y el sueño, sino al contrario sobre realidades que requieren la constitución de programas y fuerzas suficientemente impregnadas entre la población para garantizar el éxito.
En 1936, Durruti en España declaraba: “no espero ninguna ayuda de ningún Gobierno del mundo”. ¿No podía ser de otra manera, cómo una revolución libertaria podría obtener la ayuda de un Estado cualquiera, cuando es la destrucción del Estado lo que buscamos por la revolución? La traición de los sindicatos enfeudados por el poder permitió sabotear la evolución de mayo de 1968. Debemos pues liberar a la clase de los trabajadores y mostrarles hasta qué punto han estado engañados por los mismos que incluso se pretendían sus defensores.
Nuestra acción pre-revolucionaria consiste, actualmente, en liberar las mentes, en dar su verdadera expresión a la palabra humanidad; la preparación de la acción revolucionaria consiste en forjar el hierro que nos permitirá, mañana, cuando tengamos la fuerza, cuando nuestros programas de sociedad futura reposen sobre bases certeras y sean comprendidos por un gran número de trabajadores, venciendo, con certeza, a todos los malhechores de la clase proletaria.
Nuestra tarea de propagandistas es inmensa, corresponde a todos nuestros camaradas participar, nuestra esperanza sólo se basa en el esfuerzo permanente y diario que sólo puede permitirnos encontrar audiencia del lado de los trabajadores inconscientes, destinados a la esclavitud y a la sumisión. Si queremos que la sociedad de mañana conozca finalmente la justicia y la libertad, debemos participar, hoy mismo, en la más grande difusión de la verdad, en el menosprecio del capitalismo, del Estado y de sus secuaces pseudo-sindicalistas que dirigen las fuerzas obreras hacia callejones sin salida.
Debemos crearnos, cada vez más, grupos de simpatizantes, hacer evolucionar éstos de grupos de simpatizantes a grupos de militantes. El militantismo es el nervio de la revolución real y completa de mañana; la liberación del pueblo no puede venir sino por la liberación de los trabajadores. No participar en esta tarea, hoy mismo, después de la lección de mayo de 1968, es renunciar a la revolución liberadora de mañana. (...)
Al bollo de leche de los lacayos, preferimos el pan del trabajo. A la injusticia de los grandes y de los sometidos de este mundo, nos oponemos nosotros, trabajadores anarcosindicalistas, nuestro espíritu revolucionario por un nuevo mundo en el que las bases de la justicia liberarán a los trabajadores de la esclavitud disfrazada que sufrimos.»
Mas de cuarenta años después, se puede constatar la lucidez y la actualidad de estos textos. Los hechos por otra parte probaron que las conclusiones avanzadas por las anarcosindicalistas de la época eran ampliamente exactas. Uno no se asombrará pues de que mayo del 68 haya traído al anarco-sindicalismo, representado por la CNT-AIT, una nueva generación de militantes. Con todo, globalmente, el discurso de los militantes de la CNT encontró un escaso eco tanto en la sociedad en general como en el movimiento libertario. Este último demostrando una deficiencia de análisis, participaba mayoritariamente en la CFDT[11] ¡creyendo hacer la Revolución! ¡Error estratégico fatal al movimiento si lo fue!
Entonces, ¿los cenetistas simplemente han tenido la culpa de tener razón demasiado pronto? ¿Al movimiento libertario le faltaba en el fondo una verdadera voluntad revolucionaria? ¿Faltó la reflexión sobre los problemas planteados?
Las cuestiones permanecen planteadas, al igual que las de saber cómo el movimiento de mayo del 68 puede instruir nuestro militantismo de hoy. En nuestra opinión, si una idea-fuerza resulta de todo este período, es la de la necesaria coherencia entre los objetivos indicados y la práctica diaria y organizativa. Si la continuación de mayo del 68 fue un fracaso, fue en gran parte porque teniendo al mismo tiempo discursos hiperrevolucionarios, los militantes hacían la elección de métodos organizativos y prácticas reformistas.
En la actualidad, los libertarios, los revolucionarios, o simplemente toda persona consciente de los callejones sin salida sociales en los cuales el sistema nos acorrala ¿no debería plantearse una cuestión idéntica, a saber, la de la coherencia profunda entre sus pensamientos y su acción? [11]
Gracias a Jose por la traducion !
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[1] Recordemos que se trata aquí de la fecha de aparición de Le Combat Syndicaliste. El C.S. se imprimía en linotipia y el plazo de tirada era al menos del orden de una semana. Los artículos se escribieron pues por regla general de 10 a 15 días antes de la fecha de publicación.
[2] Antes del mes de Mayo había en las “Juventudes Sindicalistas Revolucionarias”, (que se convertirán más tarde en “Juventudes Anarco-Sindicalistas”), un pequeño grupo en París y otro en Marsella. Después de Mayo, aparecieron nuevos grupos: Lyon, Toulouse... Algunos de las J.S.R. eran estudiantes, pero no todos.
[3] Esta llamada no fue entendida, el movimiento libertario permaneció completamente disperso. Una mayoría de militantes estaban en las organizaciones reformistas como Force Ouvrière.
[4] Union nacional de los estudiantes de Francia. Sólo había en la época una sola UNEF. La escisión entre socialistas (UNEF-ID) y comunistas (UNEF-SE) sólo vendrá más tarde.
[5] No es un sueño, este texto se escribió realmente en... enero del 68. Uno podría casi retomarlo palabra por palabra hoy!!!
[6] 6 Había en la época 500.000 parados en Francia, 700.000 en la R.F.A.
[7] “Vivir sin tiempos muertos, gozar sin trabas”.
[8] “La autogestión es una palabra vacía”, repetían tras sus dirigentes los militantes comunistas y cegetistas
[9] Esta manifestación fue la más importante numéricamente de mayo del 68. La anécdota es verdadera. Se encuentran fotografías de las banderas y pancartas de la C.N.T. en la Enciclopedia Alpha, así como en distintos manuales de historia.
[10] Hizo especialmente buen tiempo ese verano.
[11] Los más viejos permanecerán prudentemente en la FO o en la CGT...
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